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«Si Alcott viviera hoy, la definiríamos como una influencer»

Cuando fue publicada en 1868, la primera parte de Mujercitas alcanzó inmediatamente un gran éxito de crítica y público, y desde entonces continúa siendo un gran clásico de la literatura universal: una historia tan emotiva como divertida que habla del crecimiento intelectual y emocional de cuatro adolescentes, con la Guerra de Secesión como telón de fondo. Es un libro que no deja indiferente a quien lo lee, por eso compartimos con vosotros esta reflexión de Gloria Méndez Seijido, la traductora de esta preciosa edición del clásico de Louisa May Alcott.

09-10-2023

«Si Alcott viviera hoy, la definiríamos como una influencer»

«El traductor es, por su oficio, el único lector que no puede dejar ni una palabra sin leer, ni una frase sin entender. No nos está permitido apresurar la mirada para llegar al final de un párrafo y descubrir cómo concluye una situación que nos tiene en ascuas, saltándonos descripciones o aspectos que no nos interesan. Quizás sea por eso o porque nos toca ser a un tiempo embajadores del autor y su doble invisible, pero lo cierto es que, después de traducir un libro, se crea una inusitada intimidad que nos convierte en grandes conocedores de sus entrañas narrativas. Hace más de quince años que elaboré esta traducción de la versión íntegra, no censurada, de Mujercitas. Y me gusta pensar que esta traducción que hoy leerá usted hacía falta y ayudó a rescatar de prejuicios tanto a la autora como a la obra. No sé si existen muchos lectores que se acerquen a Mujercitas sin tener una historia previa con la novela. Me cuesta imaginar que ocurra con frecuencia que un lector descubra en la mesa de novedades de su librería favorita un ejemplar y lea la contraportada para saber si le puede o no interesar. 

No, no creo que esa sea la relación principal de Mujercitas con sus lectores ni lo que explique los muchos ejemplares de esta obra que se venden cada año… Yo más bien imagino a madres y padres regalando la obra a sus hijos, como para pasar un testigo, a adultos buscando recuperar una lectura de juventud y a espectadores que tras descubrir a las hermanas March en una película quieren profundizar en los personajes con el detalle que solo la lectura puede proporcionar. Para mí, lo esencial es no olvidar que lo que ha convertido a Mujercitas en un clásico no ha sido el mundo académico sino el hecho de que generaciones de lectores han deseado seguir leyéndolo y generaciones de editores han apostado por volver a editarlo con mimo y pasión.

Si Alcott viviera hoy, la definiríamos como una influencer. Es evidente que gran parte de ese éxito se debe a que es imposible leer la novela sin tomar partido, sin escoger a tu hermana favorita y seguirla con fruición a lo largo de la trama, como nos ocurre con los personajes de las series de televisión. Uno termina el libro con la engañosa sensación de tener una nueva amiga, con la que quisiera poder cartearse… Esa es la lectura que nos remite a la parte universal y atemporal que  Alcott tuvo el acierto de retratar. Pero también hay una lectura social, la  que pone en contexto la obra, la que permite entender hasta qué punto Alcott era moderna para su época. Invito al lector a incorporar también ese nivel de lectura porque añade una capa más reflexiva, casi documental, que puede  convertir la experiencia en un deleite mucho más enriquecedor para su espíritu crítico. Tras pasar muchas horas buceando en cada palabra y cada frase de Alcott puedo afirmar, por sorprendente que resulte para algunas personas, que la autora era una mujer muy avanzada para su época, motivo por el cual llamó la atención de otras mujeres reivindicativas como Simone de Beauvoir y sus editores sintieron la necesidad de recortar su obra en 1880, eliminando todo aquello que pecase de mordaz o que invitase a la rebeldía. No podemos ni debemos olvidar que esta mujer del siglo xix, en un mundo en el que no casarse era visto como una tara, eligió crear a un personaje como Jo y poner en su boca afirmaciones que, aunque hoy nos parezcan evidentes, no lo eran en su tiempo. 

En todo caso, no olvidemos que lo que vamos a leer no es una novela histórica que reconstruye desde un prisma actual una época lejana, sino una obra que pertenece a otra época, y que la retrata fielmente. Y que todo lo que allí vemos que sus detractores acostumbran a tachar de cursi o tradicional no es otra cosa que una instantánea literaria. Porque en medio de la ficción creada por Alcott se nos cuela esa capacidad que Stendhal reivindicaba para la novela de ser «un espejo colocado a lo largo del camino». De mujer a mujer: gracias, Louisa May…»

Prefacio de Gloria Méndez Seijido, traductora de la edición ilustrada de Mujercitas, de Louisa May Alcott.


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